Botellon
Página 1 de 1.
Botellon
Consumo de alcohol en Euskadi
«¿Mi hijo? Imposible, si no bebe», es la respuesta habitual de los padres
«Los médicos lanzamos señales de alarma desde hace tiempo y no se nos hace caso», dicen desde el Observatorio de Toxicología
La DYA trasladó a niños de 12 y 13 años a los hospitales vascos
Beber alcohol hasta emborracharse. Cerca de 15.000 adolescentes vascos confiesan que ésa es su diversión de fin de semana: tomar cantidades abusivas de vino y licores, en apenas dos o tres horas, detalla la última encuesta del Gobierno vasco sobre Drogas y Jóvenes en Euskadi. El dato impacta, pero la actividad de los servicios de emergencia dibuja con más crudeza la realidad del consumo de alcohol entre adolescentes. Las ambulancias recogieron de las calles el pasado año a cerca de 600 menores con intoxicaciones severas y comas etílicos, según los datos de los equipos de la DYA, Cruz Roja y las unidades que trabajan para Osakidetza. Un centenar, los casos más graves, acabaron en las Urgencias de los hospitales vascos. El resto fue evacuado a ambulatorios, atendido en los puestos de socorro instalados en los pueblos durante las fiestas o auxiliado en la calle hasta que se comprobó que no había riesgo para su salud.
La edad de inicio en la práctica de estos atracones de alcohol es cada vez más temprana. La DYA de San Sebastián, por ejemplo, recogió a una niña de 12 años con una fuerte borrachera el pasado año. Las ambulancias de esta agrupación atendieron a una veintena de chavales de 13 años durante 2008. «Los médicos estamos lanzando señales de alarma desde hace tiempo, pero no se nos hace caso», se queja Santiago Mintegi, director del Observatorio Toxicológico de España y responsable de Calidad del Servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital de Cruces. Un estudio que acaba de publicar este organismo revela que las intoxicaciones por alcohol en niños menores de 14 años han crecido un 11% entre los años 2001 y 2008.
«Asustados»
Los miembros de los equipos de emergencia contemplan el problema en primera línea, atónitos. «Estamos asustados. Los chavales se emborrachan desde unas edades, 13, 14 años, a las que antes no se hacía. Y beben cantidades bestiales. Es preocupante», explica Álvaro Vega, delegado en San Sebastián de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA), agrupación que hizo el pasado año casi la mitad de las atenciones a estos menores en Euskadi. «Nosotros vemos la punta del iceberg. Los amigos sólo avisan a los servicios de emergencia cuando la borrachera es tan fuerte que se les va de la manos, el chaval no reacciona y se asustan», comenta.
Arkaitz es voluntario de la Cruz Roja en Vitoria y dice que siente «tristeza» cuando le toca hacer uno de estos traslados. «Encontrarte con un chaval de 14 ó 15 años borracho es muy triste», describe. «Están tirados en el suelo, te vomitan encima, y cuando recuperan un poco la consciencia dentro de la ambulancia tratan de escaparse para evitar que se enteren sus padres, pero como no se sostienen en pie, se caen al suelo. Los amigos te preguntan si vas a avisar a su familia. Es su gran preocupación, que no se enteren sus padres», añade.
A medida que avanza la edad, se disparan los casos. Dos de cada tres chavales de 16 a 18 años admiten tomar alcohol cada sábado junto a sus amigos en cantidades abusivas, subraya la encuesta del Gobierno vasco. Una reciente publicación del sociólogo Javier Elzo sobre las hábitos de los adolescentes destaca el incremento de los consumos excesivos de alcohol de fin de semana en los últimos años. Para los jóvenes practicar el botellón tiene la gran ventaja de que es «barato», les permite pasarlo bien porque cogen «un punto divertido», y para muchos es la «única» opción de ocio que se les ocurre los fines de semana, según los testimonios recogidos por Elzo en su libro 'La voz de los adolescentes'.
Los voluntarios de la base de la Cruz Roja en Elgoibar están sorprendidos porque en la inmensa mayoría de los casos que atienden los afectados son mujeres. De la decena de traslados al hospital de menores de 14 a 17 años que hicieron en 2008, ocho eran chicas. «El perfil es ahora el de una adolescente de 14 ó 15 años, que bebe vodka hasta perder el sentido. Se te cae el alma a los pies, porque son unas niñas», dice el portavoz del puesto guipuzcoano. Coincide con otro de los resultados de Elzo en su estudio: «Llevan años fumando más que ellos, les han 'pillado' con el alcohol y consumen ya incluso más que los chicos», señala la publicación.
Hábitos de adultos
Para Mintegi este panorama desolador no es extraño. «Sólo hay que salir a la calle los fines de semana y ver cómo se divierten los padres. Los encuentras en los bares bebiendo con sus amigos, acompañados de sus hijos». La escena se ha hecho habitual en las ciudades: niños de corta edad a las puertas de los locales, a veces hasta muy entrada la noche. Elzo apunta en su libro que entre ocho y nueve de cada diez adolescentes aseguran que en su casa se consumen bebidas alcohólicas, «con lo que desde muy pequeños lo ven como un hábito normal y vinculado a la diversión familiar y a las celebraciones».
Quizás, por eso, cuando son adolescentes no se ocultan para beber. Los chavales consumen alcohol en la zonas de botellón de las ciudades y pueblos conocidas por las autoridades municipales y la Policía y ante la mirada ya habituada de los vecinos de la zona. Se emborrachan de tarde, entre las seis y las ocho, ya que la mayoría tiene hora de vuelta a las diez y media u once y deben llegar despejados. Sólo en verano, durante las fiestas de los pueblos, se emborrachan entrada ya la noche porque se les permite regresar a casa de madrugada. «Nos hemos acostumbrado a ver beber a los menores en plena calle. Y muchos padres se han hecho a la idea de que sus hijos se van a emborrachar antes de los 16 años. Es terrible», comenta el doctor Mintegi.
La directora de Drogodependencias del Gobierno vasco, Carmen Vicioso, coincide en ese análisis. «El adolescente imita los hábitos de los adultos y en las familias hay una tolerancia hacia el alcohol». ¿Por qué empiezan tan pronto ahora?: «Porque el paso de la escuela a los institutos se hace a los 12 años, en lugar de a los 14 como antes. Y los chavales copian la forma de divertirse de sus compañeros más mayores», añade. Explica que entre los 12 y los 16 años se bebe en la calle, a la vista de todos, lo que hace «muy visible» el problema.
De hecho, la última campaña de la consejería de Vivienda y Asuntos Sociales trata de combatir la costumbre de los adultos de beber alcohol delante de los niños. La responsable de Drogodependencias detalla que su Departamento trabaja con programas de prevención principalmente en el ámbito escolar, y colabora con los ayuntamientos vascos para llevar a cabo campañas de concienciación durante las fiestas patronales o en algunas celebraciones dirigidas a los jóvenes. Los consistorios han puesto en marcha en los últimos años iniciativas para que la Policía identifique a los menores que consumen alcohol en la calle y alerte a sus familias.
La inmensa mayoría de los padres viven ajenos a la forma de divertirse de sus hijos. «Cuando recoges a los chavales y llamas a su casa, en muchas ocasiones te contestan: ¡Imposible, si mi hijo no bebe nunca!», añade Arkaitz, voluntario de la Cruz Roja. «Siempre tratamos de avisar a las familias, porque es importante que se enteren y tomen medidas», comenta Álvaro Vega. El delegado de la DYA en San Sebastián cree que la excesiva tolerancia con los hijos tiene una gran parte de culpa de esta epidemia. «No se me olvidará la cara desencajada de un padre que se presentó en el hospital justo cuando llegábamos en la ambulancia con su hija de 13 años en coma etílico, una madrugada en fiestas de Donosti. La sacamos vomitada de arriba a bajo, inconsciente... no podía creérselo. Pero habría que preguntarse: ¿Qué hacía una niña de 13 años a las tres de la madrugada por la calle?», apunta.
Las ambulancias auxiliaron a 600 menores con intoxicación etílica severa el año pasado
«¿Mi hijo? Imposible, si no bebe», es la respuesta habitual de los padres
«Los médicos lanzamos señales de alarma desde hace tiempo y no se nos hace caso», dicen desde el Observatorio de Toxicología
La DYA trasladó a niños de 12 y 13 años a los hospitales vascos
Beber alcohol hasta emborracharse. Cerca de 15.000 adolescentes vascos confiesan que ésa es su diversión de fin de semana: tomar cantidades abusivas de vino y licores, en apenas dos o tres horas, detalla la última encuesta del Gobierno vasco sobre Drogas y Jóvenes en Euskadi. El dato impacta, pero la actividad de los servicios de emergencia dibuja con más crudeza la realidad del consumo de alcohol entre adolescentes. Las ambulancias recogieron de las calles el pasado año a cerca de 600 menores con intoxicaciones severas y comas etílicos, según los datos de los equipos de la DYA, Cruz Roja y las unidades que trabajan para Osakidetza. Un centenar, los casos más graves, acabaron en las Urgencias de los hospitales vascos. El resto fue evacuado a ambulatorios, atendido en los puestos de socorro instalados en los pueblos durante las fiestas o auxiliado en la calle hasta que se comprobó que no había riesgo para su salud.
La edad de inicio en la práctica de estos atracones de alcohol es cada vez más temprana. La DYA de San Sebastián, por ejemplo, recogió a una niña de 12 años con una fuerte borrachera el pasado año. Las ambulancias de esta agrupación atendieron a una veintena de chavales de 13 años durante 2008. «Los médicos estamos lanzando señales de alarma desde hace tiempo, pero no se nos hace caso», se queja Santiago Mintegi, director del Observatorio Toxicológico de España y responsable de Calidad del Servicio de Urgencias de Pediatría del Hospital de Cruces. Un estudio que acaba de publicar este organismo revela que las intoxicaciones por alcohol en niños menores de 14 años han crecido un 11% entre los años 2001 y 2008.
«Asustados»
Los miembros de los equipos de emergencia contemplan el problema en primera línea, atónitos. «Estamos asustados. Los chavales se emborrachan desde unas edades, 13, 14 años, a las que antes no se hacía. Y beben cantidades bestiales. Es preocupante», explica Álvaro Vega, delegado en San Sebastián de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA), agrupación que hizo el pasado año casi la mitad de las atenciones a estos menores en Euskadi. «Nosotros vemos la punta del iceberg. Los amigos sólo avisan a los servicios de emergencia cuando la borrachera es tan fuerte que se les va de la manos, el chaval no reacciona y se asustan», comenta.
Arkaitz es voluntario de la Cruz Roja en Vitoria y dice que siente «tristeza» cuando le toca hacer uno de estos traslados. «Encontrarte con un chaval de 14 ó 15 años borracho es muy triste», describe. «Están tirados en el suelo, te vomitan encima, y cuando recuperan un poco la consciencia dentro de la ambulancia tratan de escaparse para evitar que se enteren sus padres, pero como no se sostienen en pie, se caen al suelo. Los amigos te preguntan si vas a avisar a su familia. Es su gran preocupación, que no se enteren sus padres», añade.
A medida que avanza la edad, se disparan los casos. Dos de cada tres chavales de 16 a 18 años admiten tomar alcohol cada sábado junto a sus amigos en cantidades abusivas, subraya la encuesta del Gobierno vasco. Una reciente publicación del sociólogo Javier Elzo sobre las hábitos de los adolescentes destaca el incremento de los consumos excesivos de alcohol de fin de semana en los últimos años. Para los jóvenes practicar el botellón tiene la gran ventaja de que es «barato», les permite pasarlo bien porque cogen «un punto divertido», y para muchos es la «única» opción de ocio que se les ocurre los fines de semana, según los testimonios recogidos por Elzo en su libro 'La voz de los adolescentes'.
Los voluntarios de la base de la Cruz Roja en Elgoibar están sorprendidos porque en la inmensa mayoría de los casos que atienden los afectados son mujeres. De la decena de traslados al hospital de menores de 14 a 17 años que hicieron en 2008, ocho eran chicas. «El perfil es ahora el de una adolescente de 14 ó 15 años, que bebe vodka hasta perder el sentido. Se te cae el alma a los pies, porque son unas niñas», dice el portavoz del puesto guipuzcoano. Coincide con otro de los resultados de Elzo en su estudio: «Llevan años fumando más que ellos, les han 'pillado' con el alcohol y consumen ya incluso más que los chicos», señala la publicación.
Hábitos de adultos
Para Mintegi este panorama desolador no es extraño. «Sólo hay que salir a la calle los fines de semana y ver cómo se divierten los padres. Los encuentras en los bares bebiendo con sus amigos, acompañados de sus hijos». La escena se ha hecho habitual en las ciudades: niños de corta edad a las puertas de los locales, a veces hasta muy entrada la noche. Elzo apunta en su libro que entre ocho y nueve de cada diez adolescentes aseguran que en su casa se consumen bebidas alcohólicas, «con lo que desde muy pequeños lo ven como un hábito normal y vinculado a la diversión familiar y a las celebraciones».
Quizás, por eso, cuando son adolescentes no se ocultan para beber. Los chavales consumen alcohol en la zonas de botellón de las ciudades y pueblos conocidas por las autoridades municipales y la Policía y ante la mirada ya habituada de los vecinos de la zona. Se emborrachan de tarde, entre las seis y las ocho, ya que la mayoría tiene hora de vuelta a las diez y media u once y deben llegar despejados. Sólo en verano, durante las fiestas de los pueblos, se emborrachan entrada ya la noche porque se les permite regresar a casa de madrugada. «Nos hemos acostumbrado a ver beber a los menores en plena calle. Y muchos padres se han hecho a la idea de que sus hijos se van a emborrachar antes de los 16 años. Es terrible», comenta el doctor Mintegi.
La directora de Drogodependencias del Gobierno vasco, Carmen Vicioso, coincide en ese análisis. «El adolescente imita los hábitos de los adultos y en las familias hay una tolerancia hacia el alcohol». ¿Por qué empiezan tan pronto ahora?: «Porque el paso de la escuela a los institutos se hace a los 12 años, en lugar de a los 14 como antes. Y los chavales copian la forma de divertirse de sus compañeros más mayores», añade. Explica que entre los 12 y los 16 años se bebe en la calle, a la vista de todos, lo que hace «muy visible» el problema.
De hecho, la última campaña de la consejería de Vivienda y Asuntos Sociales trata de combatir la costumbre de los adultos de beber alcohol delante de los niños. La responsable de Drogodependencias detalla que su Departamento trabaja con programas de prevención principalmente en el ámbito escolar, y colabora con los ayuntamientos vascos para llevar a cabo campañas de concienciación durante las fiestas patronales o en algunas celebraciones dirigidas a los jóvenes. Los consistorios han puesto en marcha en los últimos años iniciativas para que la Policía identifique a los menores que consumen alcohol en la calle y alerte a sus familias.
La inmensa mayoría de los padres viven ajenos a la forma de divertirse de sus hijos. «Cuando recoges a los chavales y llamas a su casa, en muchas ocasiones te contestan: ¡Imposible, si mi hijo no bebe nunca!», añade Arkaitz, voluntario de la Cruz Roja. «Siempre tratamos de avisar a las familias, porque es importante que se enteren y tomen medidas», comenta Álvaro Vega. El delegado de la DYA en San Sebastián cree que la excesiva tolerancia con los hijos tiene una gran parte de culpa de esta epidemia. «No se me olvidará la cara desencajada de un padre que se presentó en el hospital justo cuando llegábamos en la ambulancia con su hija de 13 años en coma etílico, una madrugada en fiestas de Donosti. La sacamos vomitada de arriba a bajo, inconsciente... no podía creérselo. Pero habría que preguntarse: ¿Qué hacía una niña de 13 años a las tres de la madrugada por la calle?», apunta.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.